Presentamos a Brenda Aguilera

El liderazgo de Brenda,  como Directora de la Colectiva de Transformación Comunitaria (CTC) en Para Los Niños (PLN),  tiene sus raíces en la profunda conexión y respeto que siente por las personas que sirve. Su camino está marcado por momentos de revelación que ella transformó a un compromiso apasionado por la justicia social. Cuando era niña en Pico Union, una comunidad predominantemente latina/e/x en Los Ángeles, junto con su familia y la comunidad a su alrededor, Brenda enfrentó violencia sistémica, pobreza y muchas otras barreras que hicieron que el “Sueño Americano” fuera un mito doloroso. Vio de primera mano la explotación y deshumanización que enfrentaban sus propios padres, vecinos y la comunidad en general mientras luchaban incansablemente por satisfacer sus necesidades más básicas. Aunque le enseñaron que el orgullo en sí misma, la dignidad y el trabajo duro podría abrir puertas, vio que esas puertas estaban cerradas ante familias como la suya.  Tanto las experiencias de sus padres y familiares de Zacatecas, campesinos a través de los Estados Unidos (EEUU), como las de sus vecinos que huían de guerras en Centroamérica, que experimentaron el trauma de racismo y de escuchar constantemente que no “eran suficientes” animó a Brenda a dedicarse a cambiar estas condiciones.

Amor y justicia 

Dos eventos en el principio de los años 1990 ampliaron la visión del mundo de Brenda, dándole el análisis político necesario para contextualizar todas las cosas que había experimentado y presenciado a lo largo de su vida. El primero fue la aprobación de la propuesta de ley 187, xenófoba y nativista, que fue aprobada abrumadoramente por los votantes en 1994. La propuesta de ley 187 fue una medida electoral de California que pretendía negar servicios públicos a los inmigrantes indocumentados. Habría prohibido que accederan servicios públicos y también mandaba que las agencias públicas denunciaran a autoridades de inmigración todo inmigrante que sospechaban que fuera indocumentado y criminalizaría a los que apoyaban a los inmigrantes indocumentados en cualquier forma. En ese entonces, Brenda entendió que el vitriolo del estado y el tratamiento de los inmigrantes como chivos expiatorios fue solo el ejemplo más reciente de la historia racista y nativista de los EEUU. 

El segundo evento fue tomar la decisión de asistir a su colegio comunitario local, después de abandonar sus estudios en la preparatoria, e inscribirse en una clase de estudios chicanos. En esta clase, aprendió que las inequidades sistémicas - no los fallos personales - fueron precisamente lo que sostenían las condiciones dañinas en su comunidad y que impedían a ella misma y otras personas como ella. Esa clase la transformó, dándole el lenguaje y un marco teórico para contextualizar sus experiencias y las de su comunidad. Aquellas luchas tenían sus raíces en sistemas que se habían diseñado para negar a ella y otras personas como ella y sus comunidades, acceso, oportunidad y un futuro mejor. Finalmente, le inspiró buscar más oportunidades para desarrollar el conocimiento, las habilidades y la pericia para movilizar y organizar a su comunidad, específicamente en las áreas de derechos de inmigrantes y trabajadores.

Cuando se unió a PLN en 2012, estaba clara su misión: invertir en comunidades desde adentro para afuera. “Este trabajo tiene que ver con amor por uno propio, amor por los demás, amor por nuestras comunidades y un compromiso a la justicia. Tiene que ver con llegar a las personas donde estén, crear un espacio para su dolor, reconocer que no estamos solos y que juntos podemos sanarnos al tomar nuestro poder individual y colectivo”.

Trabajando colaborativamente con un equipo de confianza y socios comunitarios, Brenda ayudó a lanzar y dirigir la expansión del Colectivo de Transformación Comunitaria, dando origen al modelo de transformación comunitaria ahora conocido a nivel nacional. La primera fase de implementación del modelo incluyó establecer una colaborativa amplia y dirigida por la comunidad, con sus raíces en modelos arraigados en la cultura de educación popular y promotores comunitarios. Con el tiempo, esta base creció y se convirtió en lo que ahora es la Colectiva de Transformación Comunitaria, que está impulsada por estrategias de construcción y distribución del poder.

Creando oportunidades para todos

“CTC ha desarrollado la infraestructura, la confianza y el modelo. Cuando los sistemas fallan, nos movilizamos con propósito en vez de pánico. No esperamos. Actuamos. Hoy, al enfrentar nuevas amenazas las familias inmigrantes, sabemos qué hacer. Dependemos de nuestro equipo - 91% de los cuales son de las mismas comunidades que servimos. Invitamos la participación de socios. Creamos espacios poderosos y seguros y seguimos marchando hacia adelante. No solo sobrevivimos. No solo somos resilientes. Aprovechamos de nuestro poder y construimos el futuro que deseamos”. 

Trece años después de empezar a trabajar por PLN, Brenda está orgullosa de saber que muchos de los miembros de la comunidad que han pasado por CTC son líderes en sus comunidades. Desarrollan y fortalecen la capacidad de sus comunidades y organizaciones aliadas, movilizan a sus vecinos y recursos y tienen posiciones de poder. Piensa en Maria, quién antes era tímida e insegura. Ahora, Maria dirige capacitaciones al nivel del condado para miembros de la comunidad y socios institucionales, alzando su voz en reuniones con el gobierno local y del condado y es mentora a otras para que se aprovechen de su propio poder como promotor. También piensa en Deisy, a quién conoció por primera vez cuando tenía un bebé en sus brazos en una reunión comunitaria de CTC. Hoy, Daisy es una voz poderosa de organizar y abogar a nivel local, del condado y estatal. 

Maria y Deisy son solo dos ejemplos de muchos que han sido parte de CTC y que se han esforzado por transformar sus propias vidas y también las de sus familias, vecindarios y más allá. CTC ha desarrollado y fortalecido la capacidad de cientos de residentes que han pasado a trabajar en salud pública, defensa de vivienda, salud mental, educación y varios otros sectores. Muchos tienen hijos que van a la universidad y que tendrán la oportunidad de crear un futuro diferente para ellos mismos y las generaciones que vendrán. 

Brenda también está consciente de manera crítica que el trabajo no solo tiene que ver con fortalecer la resiliencia y la capacidad de nuestras comunidades de influir los sistemas con los que interactuamos diariamente, sino también de apoyar a los mismos sistemas en mejorar su colaboración y satisfacción de las necesidades de las comunidades que sirven. Apropiadamente, el modelo CTC también edifica y fortalece la capacidad de organizaciones, instituciones y otras entidades de compartir poder con las personas que deben servir. Esto asegura colaboraciones auténticas que llevan a políticas y prácticas que están fundadas en las experiencias vividas de las comunidades que sirven. Crea oportunidades equitativas para comunidades marginadas que siguen siendo afectadas por las mismas barreras, pobreza y violencia sistémica que Brenda experimentó y observó a lo largo de su vida. 

Hoy, Brenda está orgullosa de decir que el equipo de CTC no tan solo ha levantado a otras personas, sino que también hay un modelo que se puede implementar en cualquier sector que es suficientemente atrevido para imaginar un futuro mejor. El trabajo de CTC facilita el crecimiento individual y comunitario y oportunidades económicas para todos los que buscan actuar y desarrollar el poder colectivo. “Esto no tan solo es mi trabajo, es quien soy. Estoy orgullosa del camino que me hizo llegar aquí, orgullosa de mi familia, mi equipo, mi comunidad. Juntos estamos cambiando la narrativa– cuadra por cuadra, familia por familia–con amor, dignidad y para lograr justicia”

Esto es el futuro y ya está ocurriendo. 

Meet Brenda Aguilera

As the Director of the Community Transformation Collective (CTC) at Para Los Niños (PLN), Brenda’s leadership is rooted in the profound connection and respect she feels for the people she serves. Her journey is marked by moments of awakening that she transformed into a passionate commitment to social justice. Growing up in Pico Union, a predominantly Latino/a community in Los Angeles, along with her family and the surrounding community, Brenda confronted systemic violence, poverty, and many other barriers that made the “American Dream” a painful myth.  As a child, she saw firsthand the exploitation and dehumanization that her own parents, neighbors, and community at large faced, as they tirelessly struggled to meet their most basic needs. Although she was taught that pride in oneself, dignity, and hard work would open doors, she instead saw those doors closed to families like hers.  The experiences of her immigrant parents and family members from Zacatecas, Mexico, seasonal field workers across the U.S., and neighbors fleeing wars in Central America, who all experienced the trauma of racism and constantly being told they “weren’t enough,” compelled Brenda to dedicate herself to changing these conditions.

Love and Justice 

Two events in the early 1990s broadened Brenda’s worldview, giving her the necessary political analysis to contextualize all the things she had experienced and witnessed throughout her life. The first was the passage of California’s xenophobic and nativist Proposition 187, overwhelmingly passed by voters in 1994. Proposition 187 was a 1994 California ballot measure that aimed to deny public services to undocumented immigrants. It would have barred them from accessing public services and it also mandated that public agencies report suspected undocumented immigrants to immigration authorities and criminalize those who supported undocumented immigrants in any way. Brenda now understood that the state’s vitriol and scapegoating of vulnerable immigrant families was only the latest example of the U.S.’s racist and nativist history. 

The second was making the decision to attend her local community college, after dropping out of high school, and enrolling in a Chicano Studies class. In this class, she learned that systemic inequities - not personal failings - were precisely what was holding harmful conditions in place in her community, and holding her, and others like her, back. That class transformed her, giving her the language and a theoretical framework to contextualize her and her communities’ experiences. Those struggles were all rooted in systems that were designed to deny people like her and her communities access, opportunity, and a better future. Finally, it inspired her to seek out more opportunities to develop the knowledge, skills, and expertise to mobilize and organize her community, specifically in the areas of immigrant and worker rights.

When she joined PLN in 2012, her mission was clear: invest in communities from the inside out. “This work is about love for oneself, love for one another, love for our communities, and a commitment to justice. It is about meeting people where they are, holding space for their pain, recognizing that we are not alone, and that together we can heal by stepping into our individual and collective power.”  

Working collaboratively with trusted community partners, Brenda helped launch and led the expansion of the Community Transformation Collective, giving birth to the now nationally known community transformation model. The first phase of model implementation included establishing a broad-based, community-led partnership, grounded in culturally rooted Community Promoters and Popular Education models. Over time, this base grew and evolved into what is now the Community Transformation Collective, that is driven by power-building and power-sharing strategies. 

Creating Opportunities for us all

“CTC has built the infrastructure, the trust, and the model.  When systems fail, we mobilize with purpose, not panic.  We don’t wait. We act. Today, as immigrant families face new threats, we know what to do. We lean on our team - 91% of whom are from the very communities we serve.  We bring partners to the table. We create powerful and safe spaces, and we keep pushing forward.  We don’t just survive. We’re not just resilient. We leverage our power and build the future we desire.” 

Thirteen years after joining PLN, Brenda is proud to know that so many of the community members who have come through CTC, are leaders in their communities. They build and strengthen the capacity of their communities and partner organizations, mobilize neighbors and resources, and hold positions of power.  She thinks about Maria, who was once shy and not sure if she belonged. Now, Maria is leading countywide trainings for community members and institutional partners, leveraging her voice in local and county-wide government settings, and mentoring others to leverage their power as a Promoter. She also thinks of Deisy, whom she first met cradling a baby at a CTC Community Partnership meeting. Today, Daisy is a powerful organizing voice in local, county, and state advocacy. 

Maria and Deisy are just two examples of so many who have been a part of CTC and who have worked to not just transform their own lives, but those of their families, entire neighborhoods, and beyond. CTC has built and strengthened the capacity of hundreds of residents who have gone on to work in public health, housing advocacy, mental health, education, and many other sectors. Many have children who are going to college and will have the opportunity to create a different future for themselves and the generations that will follow. 

Brenda is also critically aware that this work is not only about building the resilience of, and strengthening our communities' capacity to influence systems we interact with daily, but also to support those same systems to better partner with and meet the needs of the communities they serve. Appropriately, the CTC model also builds and strengthens the capacity of organizations, institutions, and other entities to share power with the people they are meant to serve. This ensures authentic partnerships that lead to policies and practices that are grounded in the lived experience of the communities they serve. It creates equitable opportunities for marginalized communities that continue to be impacted by the same systemic violence, poverty, and barriers that Brenda experienced and observed throughout her life. 

Today, Brenda is proud to say that not only has the CTC team uplifted others, but there is also a model that can be implemented in any sector bold enough to imagine a better future. The work of CTC facilitates individual and community growth and economic opportunity for anyone who seeks to act and build collective power.  “This isn’t just my job, it’s who I am. I’m proud of the path that brought me here, proud of my family, my team, my community. Together, we are rewriting the narrative—block by block, family by family—with love, dignity, and to achieve justice.”

This is the future, and it’s already happening